Un ser vivo es un ser natural, complejo, capaz de actuar
por sí mismo y de realizar las funciones de nutrición, de relación y de reproducción.
Los seres vivos están constituidos básicamente
por carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, fósforo y azufre. Estos elementos
químicos se llaman bioelementos.
Los bioelementos se asocian formando biomoléculas, como los azúcares, las grasas, las
proteínas y los ácidos nucleico
Estas moléculas de la materia viva se llaman también
principios inmediatos, puesto que, como sólo se encuentran en los seres vivos,
se cree que sin ellos no puede constituirse la materia viva. Es decir, los
principios inmediatos son inmediatamente anteriores a la formación de los seres
vivos.
Desde la Antigüedad los hombres estudiaron los fenómenos
de la naturaleza y buscaron formas de clasificar sus conocimientos. Aristóteles, en Grecia, catalogó unas cincuenta
especies de animales y su discípulo Teofrasto, unas 500 plantas diferentes.
Se cree que los primeros indicios de vida surgieron en los
océanos hace unos 3.00 millones de años. Eran organismos unicelulares, es
decir, formados por una sola célula: corpúsculos de proteína, sin núcleo ni membrana
pero con la facultad de intercambiar sustancias con el medio.
En una etapa posterior aparecieron seres unicelulares cuyo
protoplasma, o sustancia esencial, ya se diferenciaba en membrana, que los
aislaba del medio exterior, citoplasma -un contenido acuoso- y núcleo. A partir
de esos organismos se puede hablar de reino vegetal y reino animal. Sin
embargo, la invención del microscopio hace unos trescientos años y los avances
de la bioquímica y la genética permitieron descubrir que muchos organismos
tienen características específicas que los colocan en su reino propio, sin
considerarse vegetales ni animales.
De esta manera, la clasificación tradicional que
contemplaba sólo dos reinos dejó paso, en la actualidad, a la división de los
seres vivos en los cinco reinos:
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